El primer
día de clase en didáctica de la plástica comenzamos de un modo diferente al
habitual, la propuesta: dialogar sobre los proyectos, sobre la concepción que
tenemos de ellos y de cómo esa idea principal se iría desarrollando.
Si digo que
comenzamos de manera diferente, es porque al menos yo, esperaba que la
asignatura "Didáctica de la plástica" no se tratase de hablar de proyectos y de
qué entendíamos por ello, sino ver temas relacionados con la plástica como,
técnicas, estrategias, materiales y herramientas plásticas o artísticas con las
que trabajar en el aula con los niños de Educación Infantil.
Sin
embargo, la invitación a comenzar con un debate que abriera nuestra mente hizo
que nos diéramos cuenta de que la idea que yo y que muchas de mis compañeras
teníamos de proyecto era errónea o al menos incompleta.
Como
definición de proyecto, coincidíamos en que era una metodología que seguía una
línea de trabajo respecto a un tema (según el interés de los niños) y se
dedicaba a cubrir una serie de actividades y propuestas relacionadas con el
tema en cuestión.
Esta idea, fue
cambiando a lo largo de la sesión y todo debido a la exposición que hizo Imanol
sobre el trabajo que llevó a cabo una maestra involucrada en su trabajo y a la
que la pasión por aprender y acompañar a los niños en este proceso, le corre por
las venas. Comenzó con una lectura escrita por ésta misma: Mercé de Febrer.
La lectura
hablaba de unos niños de apenas 4 años que habían conseguido alborotar al mundo
por querer proteger a los canguros australianos, mandando una carta a un
periódico del país. La profesora de esos niños en aquel entonces era Mercé,
quien narraba encantada después de muchos años, cómo les acompañó en ese viaje.
Toda esa
revolución surgió por una foto de la revista “Pronto”, donde estaba publicada
una noticia en la que decían que mataban canguros en Australia para hacer
zapatos y abrigos. En este caso me llama la atención como “lo importante sobre
las imágenes no es sólo la imagen misma, sino cómo es vista por unos determinados
espectadores que miran de maneras determinadas” Rose (2001 en Hernández 2005).
Los niños
se preocuparon y se preguntaban cómo hacer para remediarlo. Mercé era quien les
guiaba haciéndoles preguntas abiertas e indirectas para que ellos mismos
buscasen respuesta al problema. Tras pedir ayuda al padre de una niña de la
clase para dar con un nombre de un periódico australiano, al profesor de inglés
para que hiciera de traductor… por fin mandan una carta al director de un periódico,
la publican, les contestan, les llegan multitud de cartas más del país, incluso
se les plantean otros problemas relacionados.
Se
demuestra así, cómo son niños pequeños sí, pero con sentimientos, con muchas
ideas y sobre todo con criterio. Fueron ciudadanos críticos que se involucraron
en buscar una solución. En el aula se hizo un trabajo común donde nadie fue más
que nadie y donde todas las ideas tenían cabida. Allí se habló, se discutió, se
conversó y enriqueció de varias informaciones para que todo el mundo se hiciera
idea de la cuestión.
Terminó la
lectura y todas estábamos emocionadas, qué proyecto tan bonito y sobre todo,
qué forma de contarlo. Nos preguntábamos: ¿Cómo puede ser que unos niños
tan pequeños tengan semejante idea? Como dice Aguirre, I. “Las
personas de la clase cangurs eran espectadores que
miraban de una manera determinada, de muchas maneras determinadas, quizás
tantas como personas configuraban el grupo, y sus miradas fueron miradas que
“superaron” las expectativas que la sociedad tiene sobre ellas".
Conocer esta experiencia fue muy conmovedor y es a partir de ahí cuando empecé a cuestionarme qué era verdaderamente un proyecto.
Conocer esta experiencia fue muy conmovedor y es a partir de ahí cuando empecé a cuestionarme qué era verdaderamente un proyecto.
Personalmente
examino, ¿Por qué nos hemos sorprendido y cuestionado al leer esto? ¿Nunca
habíamos oído hablar de algo semejante? ¿Creíamos que no serían capaces de
llegar tan lejos? Es momento de pararse a pensar acerca de la concepción de
infancia y educación que tenemos.
El concepto
de infancia es complejo y ha sido abordado durante muchos años de historia, sin
embargo, ha ido evolucionando. Se puede decir que existen dos posiciones, por
un lado aquellos que creen que el niño es un ser indefenso, que necesita del
cuidado y sobreprotección de los adultos para poder desarrollarse e iniciarse
en la vida adulta. Por otro, vemos cómo va ganando terreno el concepto de
infancia que trata a los niños como seres apreciados, que adquieren autonomía y
libertad, considerados miembros capaces dentro de la sociedad.
Personalmente
creo que el concepto de infancia es un equilibrio entre ambas posiciones. Los
niños necesitan de los adultos para ser guiados por el camino correcto, pero
ellos son capaces de elegir entre las diferentes opciones. Debe de crearse un
vínculo afectivo que haga que la relación adulto-niño sea especial, de
confianza pero nunca llegando a la sobreprotección pues ésta corta las alas a
quien desea volar.
Dependiendo
del concepto de infancia y educación que tengamos, podemos trabajar de una
manera u otra. Si creemos en que los niños son capaces, ellos lo conseguirán y
se creará un clima de aprendizaje colectivo en el que todos aprendamos de
todos. ¿Por qué entonces los niños no van a poder plantearse problemas sociales
como el de los canguros de Australia si ellos también son conscientes y viven
en este mundo? ¿Es que a veces nos da miedo proponer por el hecho de no saber responder? ¿La
ignorancia?
Los
docentes no han de tener miedo, deben ser acompañantes en el proceso de
aprendizaje de sus alumnos, han de crear situaciones e introducir nuevos
saberes. Es cierto que a veces, la valentía de los niños al preguntar, al
buscar respuestas concretas hace que nos echemos para atrás y nos dé miedo
enfrentarnos a un nuevo proyecto, donde nada esta premeditado y todo puede
surgir. Pero la ignorancia no debe preocuparnos, como dice Mercé “Que los nuevos
saberes nunca generen acomodaciones, siempre nuevas preguntas, para que,
sintiéndonos ignorantes siempre, sigamos moviéndonos, desplazándonos a otros
lugares”. Es por esto, que pienso que el profesor
y los alumnos no deben colocarse como quien sabe y quien no, sino como
constructores de conocimiento. Es la diferencia de considerarse a sí mismo como
constructora de mundo o de alguien que solo observa, recoge…
La educación
infantil es pues, un todo; un espacio donde se comparten experiencias y
vivencias pasadas y se dan lugar otras nuevas, donde la motivación, ilusión,
emoción e imaginación están presentes día a día dentro de un clima de
compañerismo, igualdad, respeto, libertad… Este clima educativo del que hablo, fue el que me trasmitió el texto de Mercé con su clase de los cangurs, capaz de que las fronteras
geográficas, idiomáticas, culturales, generacionales, contextuales fueran
superadas, ya que no fueron pensadas como se suele hacer o ellos mismos no
fueron conscientes de su existencia. Hablamos de su extraordinaria valentía por
superar las fronteras que establecemos o que mejor dicho, nos son establecidas.
Éstas son mucho más que barreras geográficas o idiomáticas, van más allá y
tienen que ver con las preconcepciones, preconcepciones erróneas que no nos
hacen valorar al niño ni a sus posibilidades de actuación, y sin embargo, el
niño debe ser tratado como ser que interviene en la sociedad.
Seguimos
adelante con las sesiones de didáctica de la plástica y el tema “proyectos”.
Esta vez nos son presentados dos proyectos más: “Yo quiero aprender a volar” y
“¿Es real la realidad?” por Montse Romero, Mercé Ventura y de nuevo Mercé de
Febrer.
“Yo quiero
aprender a volar” es un proyecto hecho de proyectos ya que construye varios
itinerarios de aprendizaje de forma paralela haciendo que los niños establezcan
enlaces y conexiones entre saberes. Esto significa que los niños han puesto
varios conceptos como centro de interés: el misterio de volar, el cosmos, el mundo, el arte de Joan Miró, la
informática, sus miedos, la fantasía… y estos se convierten en sus itinerarios
de investigación de una manera siempre relacionada.
¿Qué tal este proyecto para una clase de tres años? ¿Son reflexiones o
temas complejos que no llegarán a entender? El texto y los diálogos entre los
niños me hacen salir de la duda;
- “Yo quiero aprender
a volar”.
- “Las personas no
vuelan”.
- “Nos podemos
imaginar que volamos”.
- “Como somos
dragones podremos volar”.
- “Podemos volar con
una capa de Superman”.
- “No, tiene que ser
con alas, como los pájaros y los dragones”.
Vemos como los niños establecen relaciones y se acercan primero desde
el mundo de la fantasía. Sin miedo dicen
que quieren volar, pero otro se pregunta ¿Cómo que volar? Si las personas no
vuelan, lo podemos imaginar…
Como ya hemos dicho, los niños son capaces de poner en relación todo
aquello que se les venga a la cabeza y querer conocerlo, saber un porqué. Estas
relaciones que se dan en este y en otros muchos proyectos, son las que van
enriqueciendo y ampliando la mirada de los niños sobre la interpretación del
mundo y sobre ellos mismos, al mismo tiempo que se generan nuevos
interrogantes.
Más adelante es tarea de la profesora reconducir e ir formulando
hipótesis para comprobar y realizar diferentes
aproximaciones en la interpretación de la realidad. De esta manera se valora
que piensan después, si continúan pensado lo mismo o han reconstruido su idea,
su aprendizaje.
En definitiva otro ejemplo que me ayuda a ver cómo no es arriesgado
hablar en estos términos en una clase de tres años cuando en la vida del aula
se crean una serie de mediadores que así lo hacen posible.
El otro
proyecto, “¿Es real la realidad?” ya solo con su título llama mucho la atención. ¿Qué se plantean trabajar con este proyecto? ¿Mirar la realidad y el
conocimiento desde una actitud crítica? ¿Será
posible? ¿Cómo lo harán?
El proyecto
parte de una exposición del fotógrafo Joan Fontcuberta una idea muy original
que hace a los niños asomarse al mundo artístico. Joan Fontcuberta y su extensa
obra fotográfica representa una visión crítica de la realidad, las verdades fotográficas, históricas o ficticias a través de la fotografía y su contexto. Se pretende que los montajes del fotógrafo instalen al alumnado en
la incertidumbre de forma permanente y le enseñan a no creer todo lo que ve, a
contrastar e ir más allá de lo aparente.
¿Cómo los
niños pueden distinguir entre fantasía y realidad? Sus experiencias vividas
hacen que asocien nuevas conocimientos a otros que ya tenían y así, sobre lo
que saben, podrán desmentir o afirmar si algo es verdadero o falso. Esto ocurre
por ejemplo, cuando ven una foto de Joan Fontcuberta en la que aparece un
astronauta en el espacio junto con la perrita Laika.

Ellos saben que las fotografías de Fontcuberta pueden engañar a los espectadores y también conocen el tema los astronautas, ya que ha sido trabajado en años anteriores. En este caso, van por delante y aseguran que les está mintiendo porque conocen la historia de que Laika viajó sola y murió.
¿Sería
posible que los niños reconociesen las mentiras de Joan Fontcuberta si
previamente no son avisados de las estrategias que utiliza el fotógrafo? No lo
sabemos, pero si vemos como en uno de los casos, la directora del centro truca
la portada del diario la vanguardia,
haciendo que salga Mercé vestida de astronauta anunciando su próximo viaje a
marte. Como en este caso, es algo que aparece repentinamente en el aula, los
niños no creen que pueda ser un engaño relacionado con el tema que están
trabajando. Es al final, cuando la directora les pregunta ¿Cómo
es posible que estando inmersos en las historias de engaño de Fontcuberta, no
se planteen dudas sobre la noticia de La Vanguardia? Les hace ver lo poco analíticos y críticos que
han sido. Tras esto, unos afirman que ya lo sabían, que se lo imaginaban y otros
que se lo habían creído y no les gusta que les engañen.
Por otro lado, vemos cómo en el aula de Mercé ventura, la indagación
sobre la obra y la biografía de Joan Fontcuberta despierte en los niños el
deseo de crear una historia o una ficción para intentar engañar a la
comunidad escolar. Se les ocurre la idea de coger huesos de pollo y enterrarlos
formando un esqueleto. Ahora ellos son los protagonistas, los que saben de qué
trata el enigma del esqueleto y escriben un bando para que la comunidad escolar
se lo crea y les "ayuden" a resolverlo. Cuando se descubre el enigma muchos de los que
intentaron adivinar afirman que sabían que se trataba de una broma. Pero entonces
los niños se preguntan por qué hacían hipótesis si ya lo sabían…
Y es que a veces es difícil
reconocer que la fantasía te ha atrapado y más cuando se trata del engaño de
unos niños tan pequeños y originales como estos.
Podemos concluir con que no es importante el saber si una imagen es
real o no, puesto que no lo hace más o menos válida. Eso no es lo que buscan
estos centros educativos; Lo que quieren es transmitir a los niños es que estén
alerta porque hay cosas que no son reales y nos pueden engañar pese a que nos
guste. Es bueno que los niños se planteen las cosas de otra manera y puedan
dudar.
Tras este pequeño engaño, los niños se dan cuenta de que les ha servido
para aprender y de que cuantas más cosas sepan más difícil será que les
engañen.
Por último, este proyecto
tiene cosas en común con el anterior. En él, se establecían relaciones entre
unas cosas y otras y en este observamos como pasa lo mismo. Los niños son
conscientes porque preguntan, porque saben y porque van aprendiendo a pensar en
relación, en red, a establecer vínculos entre las noticias, la fotografía, las
manifestaciones artísticas… es así como lo expone Yasmina: “Ahora me estoy enterando
de que casi todo está relacionado con casi todo”.
Un aspecto importante que tratamos a medida que vamos avanzando en conocer los proyectos, es la documentación que se lleva a cabo con éstos. Vemos como a través del texto cartografías de lo posible, Marisol Anguita nos cuenta las diferentes maneras que hay de hacerlo y porqué y de qué manera lo hacen ellos en el centro educativo.
“Documentar para
nosotros implica una reflexión sobre el porqué de lo que hacemos, al tiempo que
narramos públicamente nuestra tarea educativa y nuestro rol como docentes. Esta
doble función de dar cuenta de manera reflexionada de los procesos escolares y
compartirlo con otras son dos de los ejes que marcan nuestra posición. Pero
también hemos considerado que la función de documentar permite explorar otras
dimensiones y posibilidades para abrir nuevos espacios que inviten a los
sujetos a ser dueños de su voz y a relatarse en compañía”.
Documentar puede
utilizarse para muchos fines, la más común en educación infantil, es la de
ilustrar. Ilustrar que se ha hecho, ilustrar el resultado y no el proceso. Es con
esa manera con la que quieren romper e ir más allá. Marisol intenta desde su posición
docente, crear narrativas que provoquen nuevos trayectos de pensamiento, nuevos
mundos que nos permitan dialogar y generar vínculos con ellos.
Otra forma es mirar
la documentación como una manera de visibilizar. Mostrando no sólo lo que se
hace, sino lo que de otra manera se mantendría invisible.
También podríamos
mirar la documentación para formarse, para educar a quienes la realicen,
permitiendo mirar(se) y pensar(se) y, a la vez, dar espacio a que otras
personas lo hagan.
Finalmente podríamos
pensar la documentación como una forma de investigar. Poniendo el foco en la
indagación que acompaña la toma de decisiones en los procesos y resultados de
la documentación.
Tras conocer las
maneras que existen me entran las dudas ¿Cómo documentar de la mejor manera? ¿Cuál
es la más adecuada? ¿Qué tengo que hacer para documentar debidamente? Según Hoyuelos (2007), “es necesario saber
elegir, seleccionar para ajustar la mirada, enfocar y encuadrar en determinados
aspectos para generar una documentación que sea eficazmente comunicante”.
Documentar, es un término
nuevo para mí, lo acabo de conocer de la mano de Imanol cuando nos ha
presentado cómo lo hace Marisol. Imanol propone que documentemos qué pasa en
clase, que llevemos cámaras de fotos… ¿pero cómo vamos a hacer eso? Nos preguntamos.
El clima que se vive
en la universidad no es cercano ni permite crear estas situaciones, nos parece
incómodo comportarnos como si esto ocurriera todos los días cuando no es así. Realicé
varias fotografías a la clase en general y a cómo esta se desarrolla. Pero me
da la sensación que esa documentación no permite ir más allá de lo puramente
ilustrativo. Yo narro que ocurre en clase y las fotografías lo complementan.
¿Qué
puede tener esto de formativo para una persona ajena, si no hay reflexión ni crítica?
Para mí, esta pequeña
documentación si puede ser formativa. Me doy cuenta de la realidad existente,
de cómo se debería mejorar, me ayuda a mirarme y a pensarme. A la vez se convierte
en un medio para reflexionar y expandir los sentidos de lo que ocurre en las
aulas.
Algo que tengo claro
es su importancia como forma de reinvención valorando el proceso más allá de
documentar como descripción o testimonio. La reflexión sobre el porqué lo estoy
haciendo permite explorar otras dimensiones y posibilidades.
Es una buena manera
de reconocer a los maestros su labor durante todo el camino y no solo la meta,
de esta forma ellos pueden demostrar y sentirse orgullosos del trabajo que
realizan en el aula. De la misma manera, el proceso de documentación ofrece a
las familias la oportunidad de “ver las palabras”, de observar cómo caminan los
procesos y no los productos infantiles, y de conocer mejor a su hijo o hija en
el ámbito de la escuela. Es una ocasión para sentirse partícipes de los
acontecimientos que surgen en el ámbito escolar sobre los cuales pueden opinar
y debatir.
En definitiva, la
documentación hace visibles las personas, las escuelas, los equipos, sus
participantes y autores, como también la calidad de sus procesos. Se convierte
en un espacio de reflexión entre maestros, con las familias, con otros
profesionales, un lugar donde repensarse y poder crecer en comunidad. Y entonces
me pregunto ¿Por qué muchas escuelas no cuentan con procesos de documentación para
formarse sobre lo que pasa en la escuela?
¿QUÉ ES TRABAJAR POR
PROYECTOS?:
Tras exponer
narrativamente todo lo que hemos visto en clase, entre otras cosas, ya se puede
redefinir la idea primera que tenía sobre qué era un proyecto.
En uno de los vídeos más
cortos pero más claros que he visto sobre trabajar por proyectos es el de
Fernando Hernández. Pionero en su desarrollo, Fernando nos explica cómo los
proyectos surgieron hace unas décadas para crear alternativas a los centros de interés
y para cambiar la posición del docente con respecto a la escucha del alumno. Se
trató de construir la clase como un espacio de diálogo.
Cuenta como el
trabajar por proyectos no es una manera de hacer, no se trata de una pedagogía
o de una metodología sino de una concepción educativa.
Me gusta la simpleza
que tiene a la hora de explicar que esta concepción se basa en:
A
los niños hay que considerarlos como portadores del saber
Pensar
que se aprende en círculo mediante las interacciones
La clase
como centro de investigación como laboratorio donde se construyen experiencias.
Concepción
de los alumnos como sujetos portadores de conocimiento, saberes y experiencias
que el docente debe moverlas, transformarlas, ayudarlas a que cobren sentido en
el aula.
¿Se trabaja así en la
mayoría de centros que dicen que lo hacen? ¿Qué deben cambiar para asemejarse a
lo que verdaderamente son los proyectos?
Según Hernández, hay
que tener en cuenta una serie de ideas que hay que cambiar en las aulas,
como la noción de vínculo, el cual es
muy importante de cara a las relaciones entre los alumnos con el profesor y también
con uno mismo. La segunda idea a tener en cuenta es la noción de experiencia,
valorar que lo que se construye en el aula son experiencias de aprendizaje y no
son actividades programadas, por ello hay que estar atento a lo que sucede en
el aula para poderlo interpretar. Una tercera idea es promover la imaginación pedagógica,
esa que los niños traen de serie y que muchas veces cortamos con la introducción
de libros y fichas de la industria de educación que establecen el camino y
secuestran la imaginación de los niños.
Dejo esta frase que
resume muy bien la finalidad del trabajo por proyectos:
“La
finalidad de este planteamiento de la enseñanza es promover en los alumnos la
comprensión de los problemas que investigan. Comprender es ser capaces de ir
más allá de la información dada, poder reconocer las diferentes versiones de un
hecho y buscar explicaciones y plantear hipótesis sobre las consecuencias de
esta pluralidad de puntos de vista”. Fernando Hernández (2000).
Como conclusión, considero que lo principal es considerar al niño como sujeto y aprender
como forma de relación entre experiencias, conocimientos y sujetos,
aprovechando que en la escuela se relacionan temas de investigación. No debemos atender a las inseguridades, hay
que saber perdonarse y permitirse equivocarse.
"No existe cosa más arriesgada que no arriesgarse"
Bibliografía:
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M. Algunas reflexiones en torno a la documentación. Revista In-fancia. Nª 105.
Septiembre-octubre 2007.
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F. Los proyectos de trabajo: la necesidad de nuevas competencias para nuevas
formas de racionalidad. Educar 26. Barcelona, 2000. Pp 39-51.
HOYUELOS,
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Septiembre-octubre 2007. Pp 5-9.
ROMERO,
M. Yo quiero aprender a volar. Cuadernos de pedagogía, nº400. Abril 2010.Pp
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Enlaces
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